Al final el hombre destruyó su mundo que se llamaba Tierra.
La Tierra había sido hermosa
Hasta que el espíritu del hombre se movió sobre la faz
De ella y destruyó todas las cosas.
Y dijo el hombre: ¡Que haya tinieblas!
Y al hombre le parecieron buenas las tinieblas
Y les puso por nombre seguridad;
Y dividió así mismo en razas y religiones y clases sociales.
Y no había ningun atardecer y ningún amanecer
En el día siete antes del final.
Y dijo el hombre: ¡Que un gobierno fuerte!
Para reinar sobre nosotros en nuestras tinieblas;
Que haya ejércitos para matarse mutuamente,
Con orden y eficiencia en nuestras tinieblas
Cacemos para destruír a aquellos que nos dicen la verdad,
Aquí y hasta los confines de la Tierra,
Porque nos gustan nuestras tinieblas.
Y no había ningún atardecer y ningún amanecer
En el día seis antes del final.
Y dijo el hombre: ¡Qué haya cohetes y bombas!
Para matar más rápido y fácilmente
Y hubo cámaras de gas y hornos
Para acabar mejor el trabajo
Y era el día cinco antes del final.
Y dijo el hombre: ¡Que haya drogas
Y demás maneras de escapismo!;
Ya que hay una leve y constante molestia: LA REALIDAD
Que estorba nuestra comodidad
Y era el día cuarto antes del final.
Y dijo el hombre: ¡Que haya divisiones entre las naciones!
Para que podamos saber
Quien es el enemigo de nosotros
Y era el día tres antes del final.
Y de último dijo el hombre:
¡Hagamos a Dios a nuestra imágen y semejanza!
No sea que algún otro Dios nos haga competencia
Digamos que Dios piensa igual que nosotros pensamos
Que odia igual como nosotros odiamos;
Y que mata igual como nosotros matamos
Y era el día dos antes del final.
El útimo día
Hubo un estruendo grande sobre la faz de la Tierra;
Fuego purgó el hermoso globo terráqueo,
Y hubo silencio
Y vió el Señor Dios,
Todo lo que había hecho el hombre:
Y en el silencio
Que envolvía los restos humeantes
Dios lloró.
Hubo un estruendo grande sobre la faz de la Tierra;
Fuego purgó el hermoso globo terráqueo,
Y hubo silencio
Y vió el Señor Dios,
Todo lo que había hecho el hombre:
Y en el silencio
Que envolvía los restos humeantes
Dios lloró.
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